lunes, 10 de marzo de 2008

PARTE DE GUERRA Y COMENTARIO SOBRE EL ENTRENO DE AYER

Buenos días a todos;

Es una gran satisfacción, saber que todos los miembros de nuestra larga lista de lesionados, se están recuperando de una manera casi milagrosa. Creo que el ansia de victoria, esta contribuyendo directamente a ello. Hemos sido informados, de que para tranquilidad de todos, tanto Santiago como Tono, están evolucionando satisfactoriamente de sus lesiones físicas y nuestro Mister Alex, está terminando de aniquilar los últimos restos del virus del resfriado, que el Lunes no le permitieron comandar el entrenamiento de este elenco de estrellas.

De todos modos, no sería justo pasar por alto, un hecho muy remarcable que se produjo durante el entrenamiento del pasado Lunes y que no quedó recogido en la crónica de ayer, a causa de la premura del tiempo y de que pensé que merecía un capítulo aparte. Los hechos fueron tal y como se relatan:

Corría el minuto tres del vibrante partidillo, cuando nuestro polivalente Santiago, sintió un agudo pinchazo en una de sus piernas. La lesión se la produjo él sólo, sin entrar en contacto con ninguno de los jugadores del cinco oponente. Todos nos temimos lo peor. El pobre Santiago, dibujo el dolor en su rostro y tuvo que retirarse a la banda, tratando de pedirle explicaciones a su maltrecha pierna. Yo llegué a pensar, que alguna maléfica mente de los del Turo de Can Cargol, se había abrazado a las oscuras artes del vudú y había clavado maliciosamente alguna aguja, en uno de esos muñequitos, que debía ser una réplica exacta de nuestro pobre Santiago, a sabiendas de que es uno de los jugadores insignia de nuestro equipo y del enorme contratiempo psicológico que esto podía provocar entre el resto de la plantilla.

Y entonces ocurrió el milagro. Mientras Santiago se consumía por el dolor provocado por tan malévolo embrujo, se dio cuenta de que todos estábamos a punto de caer en tan esotérica trampa y que la zozobra podía adueñarse de la moral del resto del grupo. Y entonces lo hizo.

Igual que el gran Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro Cid Campeador particular, volvió a enfundarse su armadura y empuño de nuevo su espada, para volver al campo de batalla, haciendo caso omiso del dolor traicionero que devoraba su maltrecha pierna. Cuando el resto de mortales presentes, vimos que Santiago volvía al terreno de juego, todos recuperamos una cosa importante, a pesar de que aún no sabíamos que nos había sido vilmente arrebatada; Nuestra moral.

Santiago, que ya ha quedado nuevamente bautizado por la fe de la victoria como El Cid Campeador, se situó bajo los palos, debido a que las limitaciones físicas de su maltrecha pierna, le impedían colocarse en su posición natural habitual, en el lateral derecho. Pero la cosa no quedó ahí.

Durante el partido, Santiago nos deleitó con felinas intervenciones e incluso estoy convencido de que llegó a despejar balones con su propia mirada. La verdad es que parecía como si algún tipo de poder celestial, desviara los disparos que se acercaban a su portería. Fue algo casi mágico y me atrevería a decir, que al igual que su más que probable ancestro, Santiago fue capaz de ganar la batalla después de muerto. Bien, las cosas obviamente no llegaron tan lejos, pero fue una lección magistral de pundonor.

Al acabar el partidillo, Santiago que a punto estuvo de ser sacado en volandas, sobre los hombros de sus compañeros y de los cientos se aficionados que se agolpaban en las gradas (perdón, pero no he podido contener la emoción que me embarga), dejó en un segundo plano su dolor y como los grandes y auténticos héroes, hizo gala de su habitual modestia para sacar importancia a la lesión, a fin de tranquilizarnos a todos. Su único comentario, mientras entraba con grandes dificultades por el túnel de vestuarios fue: Esto no es nada, con unas agujitas, todo arreglado. Al oír su comentario, yo me estremecí. ¿Como unas agujas que podían ser las causantes de tan terrible agravio, podían devolver la paz física a nuestro héroe?. Y entonces lo supe.

Todos los grandes héroes tienen una arma secreta, algún embrujo, poder o recurso, que los hace distintos a los simples mortales. Y Santiago Díaz de Vivar, también lo tiene. Nuestro Cid tiene su arma secreta en casa. Se trata de Menchu su esposa, que es sabia conocedora del apasionante arte de la acupuntura y que haciendo acopio de todos sus conocimientos y utilizando toda su extensa gama de recursos, ha sido capaz en pocas horas de romper el maléfico hechizo que inmovilizaba la pierna de Santiago. Menchu con su inmensa sabiduría oriental y haciendo uso de esas manos de plata que Dios le ha dado, ha logrado recuperar a nuestro héroe, de una forma casi milagrosa. Las malas lenguas comentan que incluso le está volviendo a crecer una nueva y vigorosa mata de pelo, pero este último detalle todavía no ha podido ser comprobado por la comunidad científica. De todos modos, desde estas lineas queremos darle nuestro más sincero agradecimiento a Menchu. Todos los jugadores y aficionados de LA RICOLA MECÁNICA, te estaremos eternamente agradecidos.

Sólo añadiré, que dada la impresionante y heroica actuación de Santiago, el departamento de historia de nuestra redacción, ha empezado un arduo y extenso trabajo de investigación y ya se hallan sumergidos en los vetustos archivos del Museo Nacional de Historia, revisando y comparando los ancestrales árboles genealógicos, que deben demostrar la más que evidente conexión que existe entre nuestro héroe y Don Rodrigo Díaz de Vivar, que fue protagonista como todos sabéis, de alguna de las páginas más gloriosas de nuestra historia. Somos muchos los que sospechamos, que por las venas de Santiago deben correr algunas gotas de tan insigne sangre castellana.

Bueno, creo que era de justicia, hacer este breve comentario

Un saludo a toda la tropa y visca LA RICOLA MECÁNICA!!!!

Joan.

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